

Orígenes

Desde que entró cruzando el rio supo que éste era el lugar que estaba buscando.
En 2006 Pedro atravesó el bosque maravillado ante los imponentes árboles centenarios en su primer recorrido por estas montañas. En 2007 firmó las escrituras, prohibió la cacería y el cultivo intensivo en agrotóxicos y se dedicó a restaurar los nacederos y a sembrar árboles al tiempo que mantenía un pequeño hato de ordeño manual.
Aprovechaba las monturas de sus ancestros para recorrer las lomas o caminaba entre el bosque que iba creciendo. Tumbó un pino y arregló la vieja casa decorándola con libros que se iban acumulando en las escapadas con Alejandra, su mujer.
​
En 2008 Noya, la hija de Alejandra, encontró inspiración y refugio en este hermoso rincón del mundo y empezó a recorrerlo trazando senderos para caminar entre los bosques, las quebradas y los nacederos que iban creciendo a medida que Pedro los restauraba.
10 años más tarde ella, tras recorrer parte significativa del trópico andino y amazónico, llegó con la idea de compartir la inspiración de este refugio con todas las personas que necesitaran volver a conectarse con la naturaleza. De la mano de Pedro forjaron la visión de lo que tenían para ofrecer y de la gente con que podrían compartirlo. Alejandra los aconsejó y les ayudó muchísimo; arreglaron la casa de arriba que había sido una marranera y se pusieron a trabajar juntos hasta que la naturaleza les recordó que la vida y la muerte son inextricables.
​
Hasta 2019 Pedro le dedicó su tiempo, sus recursos, su energía y su cariño a los sangrios, los robles, los romerones, los alisos, los siete cueros, los encenillos, los laureles de cera, los tunos, las palmas bobas, sus primos helechos, a toda la biodiversidad que albergan, al agua que producen y protegen, y también al ganado que se iba rotando entre los potreros y forjaba relaciones con los vecinos.
Desde 2019, con mucha ayuda de Alejandra, Noya continúa este legado.


Aquí, Ahora





En la actualidad este territorio es conocido como la
Reserva Forestal El Nacedero; consiste en 90 hectáreas de Bosque de Niebla Alto Andino, distribuidas en 60 hectáreas de conservación de bosque nativo centenario, 20 hectáreas de espacio para la restauración de bosque y agrofloresta, y 10 hectareas reservadas para silvopastoreo y otros procesos agroecológicos. Su altura va desde los 2300msnm hasta los 2700msnm y cuenta con acceso a dos quebradas y múltiples nacederos.
Desde 2019, a prueba de duelo y pandemia, abrimos paulatinamente nuestro portón para ofrecer diversos servicios ecoturísticos. Descubrimos que el camping es la mejor manera de sumergirse por completo en la majestuosa calma de la naturaleza, al tiempo que aprovechamos otros espacios para alojar biólogos, colaboradores y voluntarios que nos ayuden a crecer el bosque transformándolo en un espacio pedagógico y restaurador.
​




